jueves, 3 de mayo de 2012

BIBLIOTECA DE LA UNIDAD PENAL N°1 DE PARANÁ


UN LUGAR PARA LA LIBERTAD 
En la biblioteca de la Unidad Penal el sol ilumina junto a los libros

[02/05/2012 | 05:50 ] -No hace mucho que la biblioteca de la Unidad Penal Nº 1 de Paraná Juan José O´Connor está en funcionamiento; Fue en 2009 cuando por la voluntad de dos internos y de quien estaba a cargo del área de Educación del Penal se constituyó el espacio dedicado a los libros y la lectura en el ámbito de encierro; Se trata de un lugar desde donde se generan los proyectos educativos para los privados de la libertad.



Además de rescatar volúmenes que estaban guardados en un depósito húmedo, armar la biblioteca requirió destapiar las ventanas (que se encontraban tapadas con chapas), conseguir y colocar los vidrios, pintar las paredes y realizar la instalación eléctrica. Esta tarea fue realizada por los internos con el apoyo de la Unidad Penal y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader). Las estanterías y las mesas de lectura fueron construidas en la carpintería de la cárcel con material donado por el Rotary Club.
Así, lo que era un lugar oscuro se convirtió en un ambiente donde entra el sol para iluminar junto a los libros.

Iván, que en la actualidad está a cargo de la biblioteca, contó que “Raúl (que ya salió en libertad) traía la experiencia de haber armado una biblioteca en el Penal de Coronda. Si bien cuando él llegó ya estábamos (con Adelina Quartino, responsable en ese momento del área Educación) encaminados a ordenarnos, lo que aportó fue la clasificación por género y la numeración de los libros”. Esa categorización consiste en un código alfanumérico (dos letras que indican el género y cuatro números que señalan el orden).

FUNCIONAMIENTO. Además de Iván, en la biblioteca se desempeñan el interno Sebastián y Raúl Bernengo, bibliotecario de la Uader. El trabajo que están llevando adelante en la actualidad consiste en aplicar un nuevo criterio clasificatorio. Esto permitirá incluir la base de datos de la biblioteca en el registro de la Universidad. El proyecto final consiste en que se pueda conectar en línea con las otras bibliotecas de la Uader “para ver qué material tienen ellos e incluso que ellos puedan ver lo que tenemos nosotros. El orgullo sería que alguien venga a buscar un libro acá que afuera no se consigue” dijo Iván, entre risas.

USINA. Desde la biblioteca de la cárcel se han generado muchas de las iniciativas educativas para quienes están encerrados. “Lo importante es lo que genera la biblioteca. Muchos de los proyectos han salido de acá” señaló Iván. Así es que desde el Área de Educación y la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma se diagramaron y obtuvieron dos proyectos de Voluntariado Universitario que posibilitaron generar las condiciones para que exista un lugar para los libros y el estudio.

Diana Grinóvero del área Educación del Penal también contó que desde la biblioteca se ha dado impulso a la producción de una revista. “Esto permite involucrar a más gente” dijo. En el primer número de la publicación se invitó a los internos a aportar lo que tenían escrito: “Ya sea una poesía elaborada en una noche de insomnio, un cuento que se le hizo al hijo, un texto que se produjo para la Facultad, incluso historietas. La idea era darle lugar a aquel que tuviera algo hecho o quisiera armar para publicar y compartir. También se hicieron entrevistas”, señaló Grinóvero.

Además de haber sido distribuida entre los lectores del Penal, la revista se dio a conocer en las instituciones vinculadas a la Unidad, en las jornadas de Salud Mental y Derechos Humanos organizadas desde la Uader. También se puso al alcance del público en la panadería de la institución carcelaria. El primer número de la revista se tituló Renacer y el segundo, Color Esperanza.

Desde el espacio de Educación también han participado en el Foro de promotores de la lectura y en la conmemoración del Día del adulto, donde muestran lo producido en los talleres formativos.

CONVIVENCIA. La biblioteca funciona dentro del salón de usos múltiples donde se desarrollan clases de dos facultades de la Uder, además de otros cursos como el de electricidad o de peluquería. Diariamente, circulan por ese espacio 50 personas sobre una población de 300 internos.

“Está la premisa entre todos los internos que el salón es para realizar alguna actividad educativa o como lugar de lectura, en tanto y en cuanto, el comportamiento sea el adecuado. Acá no hemos tenido ningún problema ni ningún lastimado. Las diferencias se dejan en la puerta” aseguró Iván. “Desde el área educativa fuimos tratando de promover la idea de que los que tengan la intención de participar de los espacios tendrán que convivir con los que estén en el salón. Para construir lo que hay hoy hubo un trabajo de concientización” indicó Grinóvero.

PRÉSTAMOS. El sistema de préstamos de la biblioteca fue variando con el tiempo. Al principio había un interno responsable por cada pabellón que se encargaba de trasmitir la lista de los títulos disponibles. Esa persona era la encargada de salir una vez por semana a retirar los libros pedidos y devolver los ya leídos. Luego, en sincronía con el inicio de las actividades educativas del salón y el aumento de la circulación por ese ámbito de estudio y lectura, en lugar de un representante, cada lector buscaba los libros por su cuenta. En la actualidad, a partir de la incorporación del bibliotecario, se han dispuesto días y horarios para las consultas y los préstamos.

Lecturas internas

En el presente se cuentan casi 4000 volúmenes en la biblioteca de la Unidad Penal 1. Cuando se inició el proyecto en 2009 había 2300. La mayoría de los libros provienen de donaciones de instituciones y particulares. Asimismo, a través de los voluntariados universitarios, se ha comprado bibliografía específica de las carreras.
Las obras que más se leen son las novelas, cuentos y poesías. Los internos suelen recurrir a la literatura para inspirarse en sus cartas: “siempre hay que escribirle algo lindo a la patrona. Nunca está de más robarle una frase o un párrafo a alguien” bromea Iván. Lo que se observa de un vistazo en los anaqueles son varios clásicos del siglo XIX y XX de la literatura universal y argentina.

Dado el contexto, se podría suponer un interés particular por la bibliografía jurídica. Sin embargo, parece no ser así. Al respecto, no hay mucha más motivación que conocer la Ley de ejecución de penas.

Según contó el encargado de la biblioteca, lo que está faltando son los libros de Bucay o Coelho dada la demanda de los lectores del Penal.
Por su parte, Iván tiene ganas de donar parte de su biblioteca personal. Entre otros quiere dejar los libros de Mex Urtizberea “porque trata muchos temas de política e historia de una manera fácil para entender. Los trata desde el lado irónico o cómico”.
En relación con la lectura, reflexiona que “el libro a muchos de los que están acá les proporciona no sólo un pasatiempo sino un cambio en la rutina. Es un alternativa, una opción”.

Un lector

Soy lector por culpa y gracia de mi padre” dice Iván, el encargado de la biblioteca de la UP1. El origen de su buen hábito, lo cuenta así, de un tirón: “En casa el primer televisor lo tuvimos cuando cumplí seis años (nació en 1983). Mi padre había puesto la condición de que tanto mis hermanas como yo podíamos ver una hora de televisión por día. Además, durante el almuerzo y la cena, el aparato se apagaba. Así fue que encontré que con la lectura mataba el tiempo muerto. El primer libro que leí fue una adaptación a historieta de Viaje al centro de la tierra de Julio Verne. Me lo regaló mi madre. En casa siempre hubo libros. Mis viejos son lectores. Mi vieja es fanática de Cortázar. Después nos empezaron a comprar los libros de Elige tu propia aventura. También estaba en casa la colección de los ‘disco libros’. En la infancia también leí Platero y yo, Mi planta de naranja lima, Cabeza de fierro. Después vinieron los libros de escalofríos que eran historias de terror”.

A su vez, “como yo tenía faltas de ortografía, además de la tarea del colegio, mi viejo me hacía hacer lo que él llamaba ‘las copias’. Tenía que copiar la página de un libro y las palabras que no entendía las tenía que buscar en el ‘mataburro’” recordó.

“En la secundaria, en la materia Lengua y literatura, exigían una novela por trimestre. A mis compañeros les costaba horrores y yo para la segunda semana ya los tenía leídos” concluyó Iván su relato sobre sus inicios como lector.
Franco Giorda

No hay comentarios:

Publicar un comentario